¿Dejarlo en manos de Dios?





Muchos piensan que dejar las cosas en las manos de Dios significa sentarse y esperar, lo cual no es más que el simple hecho de resignarse a tomar como solución cualquier opción que se cruce primeramente en el camino, creen que Dios es un mago ilusionista de las Vegas o una especie de hada mágica al cual piden y les complace; nada más alejado de la realidad. Dios no es ningún mago, ni es su responsabilidad cumplirnos los deseos. Pues si bien el justo por su fe vivirá, también la fe sin obras es muerta.

Cuando pedimos a Dios creemos que es su deber darnos las cosas, creemos que nos caerá del cielo, pero las cosas no caen del cielo, pídale a Dios una camioneta y verá que si usted no hace algo por tenerla no le bajará en una nube. 

¿Por que la razón de éste artículo?; pues en nuestro país hay quienes aún creen en que hacer nada es dejar las cosas en las manos de Dios. Hay quienes aún se muestran indiferentes, Venezuela está pasando por una tremenda situación, el país está débil, y sobrevivir no es vivir, ni es la única opción, la cual para algunos sería ¨Lo que Dios quiere¨, pues estoy seguro que eso no es lo que Dios quería, Dios necesita una tierra libre y próspera, y si, tal vez merecemos pasar por lo que estamos pasando, pues Venezuela dio la espalda a Dios al seguir una idolatría inmunda transmitida e infundida por un líder y sus sucesores. Pero los justos no deben pagar por los injustos, y la Justicia de Dios ya está comenzando a actuar.

Por supuesto que es doloroso ver Venezolanos morir, así como también lo es verlos morir a manos de la creciente delincuencia, es doloroso ver a la gente pasando hambre y preocupados por no tener los alimentos para la cena, es doloroso ver como unos pocos se creen dueños del país y se burlan cínicamente del dolor de la gente. Eso no es paz ni tranquilidad y dudo mucho que Dios esté feliz viendo a Venezuela como está, al igual que como no lo estaba cuando su pueblo era esclavizado en Egipto, las cosas pasan porque deben pasar, y tal vez su justicia Divina se está comenzando a asomar, pero nadie ha dicho que en su Santa justicia no exista dolor.


                                                                                                                                             Alexander H

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